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IVA E INFLACIÓN, UN MATRIMONIO DE VIEJA DATA

por Ricardo
6 minutos ler

Camilo Andres Peña Pulido

Los sistemas de transporte masivo son mi medio de movilización dentro de esta gran selva de asfalto llamada Bogotá. La exagerada cercanía que debemos guardar unos con otros dentro de este medio de transporte en virtud de la escasez del espacio y de la alta demanda de usuarios, en muchas ocasiones nos convierte en partícipes o testigos de conversaciones que llaman nuestra atención.

Esta mañana cuando me dirigía hacia mi lugar de trabajo, centré mi atención en la conversación que sostenían dos mujeres respecto del incremento en los precios de los productos que habitualmente comercializan. Una de ellas, rubia, de estatura por encima del promedio Colombiano y revestida de delgadez, aseguraba que la única manera de vender sin perder dinero, era incrementando el precio de sus productos, además porque el incremento en la tarifa del IVA ya le estaba afectando. Pero un momento… ¿Incremento en la tarifa del IVA?, si bien existen rumores frente al hecho, aún no existe formalidad jurídica frente al tema, luego las tarifas siguen siendo las mismas que se han venido aplicando desde la última reforma tributaria.

La otra mujer, morena, cabello un poco rizado y de carnes prominentes, indicaba que si bien sus negocios eran de orden ambulante y no estaban abocadas al pago de gastos de arrendamiento, servicios públicos e impuestos de orden territorial, no podían darse el lujo de no incrementar sus precios porque podrían entrar a dañar el mercado, además que sus niveles de educación eran tan básicos que no les permitirían ingresar a la vida laboral con remuneraciones salariales como las que derivan de sus negocios ambulantes, para las cuales, en el mercado laboral se necesitaría ostentar mucho más que un título universitario de pregrado.

Confieso que al escuchar a la segunda mujer cuando balbuceó el promedio mensual de sus ingresos, sentí deseos de dedicar un tiempo al perfeccionamiento de la técnica para la elaboración de comidas rápidas de carne con sabor incierto y origen desconocido.

Acepto que lo que más llamó mi atención fue, de boca de la mujer rubia, la siguiente frase: “-Es que si uno no actúa con inteligencia, tantos impuestos acaban con nuestros negocios y todos debemos ganar para que haya equidad-“.

El bus realizó de repente una parada que hizo posible el desembarque de muchas personas, entonces con el cuello un poco menos tensionado, pensé: ¿Cómo es posible que el sistema de recaudo tributario centre sus esfuerzos en lo sencillo que resulta el impuesto al consumo y desconozca quienes son las verdaderas víctimas de la inequidad oculta tras la letra hecha ley?.

Hago alusión directa al IVA, porque para nadie es un misterio que este impuesto se caracteriza por la celeridad y efectividad de su recaudo, esto es porque nace cada vez que se presenta el consumo de bienes o prestación de servicios y en muchos países la periodicidad de su pago al fisco es ostensiblemente menor al del Impuesto sobre la Renta o sobre las Utilidades.

Mientras escribo este artículo, recuerdo las palabras de aquel profesor universitario que en una de sus clases defendía una hipótesis basada en el sistema de recaudo del IVA y del concepto del Valor Agregado, donde éste no tendría que incidir en el aumento de los precios de los bienes y/o servicios porque este tributo no forma mayor valor del costo de adquisición sino que se trata de una cadena de recaudo que inicia con la producción y termina con el pago al estado. Bueno, pues uno de chico hace caso a sus docentes y evita al máximo entrar en controversias para salvaguardar las buenas relaciones que probablemente tengan incidencia futura en las calificaciones, práctica que ahora desde mi óptica no le recomiendo a nadie… ¡Defiendan sus puntos de vista!, los profesores son seres humanos y el conocimiento es de todos.

Me atrevo entonces a cuestionar la hipótesis de mi profesor de la universidad, porque estos temas también deben ser analizados desde la otra cara de la moneda, de la cara de los afectados, de la cara de quienes se encuentran en la parte menos afortunada de la cadena alimenticia impositiva de este gravamen y ostentan el penoso título de Consumidores Finales, que para mis efectos, son quienes soportan con el pago directo de este impuesto, gran parte de las cargas estatales… ¡Son el renglón de la economía de los desafortunados y lo peor de la historia es que en esa clasificación nos encontramos absolutamente todos!.

¿Puede hablarse de equidad frente al IVA?. Este es un impuesto que desafortunadamente tiene alta incidencia en el incremento de los precios de bienes y servicios en el mercado, por cuanto su vinculación directa con los índices de inflación, resulta innegable. Ahora bien, si exploramos un poco la teoría tributaria, la equidad puede ser catalogada como horizontal o vertical, donde este concepto no es aplicable al IVA, toda vez que la equidad horizontal nos habla de un tratamiento homogéneo para individuos de características homogéneas, mientras que la equidad vertical nos habla de un tratamiento diferencial dependiendo de las características de los individuos, donde las características de dicho sector poblacional son heterogéneas. Para ser un poco más claro, el IVA es un impuesto que nace con el hecho generador y grava de manera similar a todos los individuos sin tomar en cuenta sus condiciones, algo que es un poco diferente con lo que puede presentarse con otros tributos como el Impuesto sobre la Renta, por mencionar un ejemplo.

Así las cosas, resulta altamente nocivo para la economía de un país, buscar el aumento del erario mediante estrategias que busquen incrementar el recaudo del IVA vía tarifaria o vía ampliación de los bienes y servicios que dan lugar al nacimiento del hecho generador, toda vez que el efecto directo de una acción como estas, será el incremento en los precios de adquisición de dichos bienes y servicios y por ende, la inflación indicará que la capacidad de adquisición de los consumidores disminuirá.

Desde mi estado civil de separado, esperaría que la mayoría de matrimonios fuesen felices y que el fantasma de la separación nunca rondase sus posibilidades, tal cual sucede con el matrimonio entre el IVA y la Inflación, uno de vieja data que desafortunadamente afecta la economía de todos los individuos.

Camilo Andres Peña Pulido

Contador Público egresado de la Universidad Santo Tomás, sede Bogotá, Colombia.
Ha dedicado 14 de sus 33 años de vida a trabajar en diferentes cargos vinculados a la contabilidad y la consultoría en sectores vinculados a la floricultura, hidrocarburos, industria automovilística y producción de televisión, Camilo se considera un apasionado por las letras, los viajes, la cultura y la tecnología.

Actualmente se desempeña como CEO del Blog especializado TRIBUNALIA, Co-Fundador y Community Manager de la Comunidad Debates Contables, Contador de la ONG ESCUELA NUEVA, Consultor en temas tributarios de la Fundación Cultural RIO AL SUR y otras organizaciones sin ánimo de lucro, así como Asesor Contable y Financiero de pequeñas y medianas empresas.

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